La Orientación puede definirse como un deporte en el cual los competidores visitan un número de puntos marcados en el terreno, llamados controles o balizas, en el menor tiempo posible, en base a la información que da un mapa y con la única ayuda de una brújula. Se trata de un deporte minoritario y poco conocido en nuestro país que en los últimos años está sufriendo enormes restricciones en el medio natural.
Estas limitaciones han sido en muchos casos generalizadas o extrapoladas de otros deportes más populares como las carreras por montaña, sin que se hayan analizado en detalle sus propias peculiaridades.
Es por ello que el Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, con el apoyo de la Federación Madrileña de Orientación, ha elaborado el documento «Deporte de Orientación y Medio Ambiente. Guía orientativa para la sostenibilidad de las carreras de orientación» a fin de proporcionar una herramienta que permita orientar en la integración de los aspectos ambientales en la organización de carreras de orientación, así como mejorar el entendimiento y la comunicación entre la Administración y gestores del territorio con los clubes y promotores deportivos de carreras de orientación.
«Guadarrama, educar en la naturaleza» es el título del programa Crónicas emitido recientemente por Televisión Española, en el que se pone el foco en la masificación que sufre el Parque Nacional así como en los orígenes del Guadarramismo, movimiento fundado por Francisco Giner de los Ríos, que enseñaba a sus alumnos los valores de la naturaleza en la propia naturaleza.
Sirva la emisión de este interesante programa, que ha contado con la participación de una buena representación del movimiento guadarramista de los últimos años, para resaltar desde aquí que la educación y la regulación deben ser la base para la ordenación del deporte en la naturaleza, y en ningún caso, la prohibición y menos aún sin justificación.
Esto viene a colación porque durante el presente año la Administración Ambiental de la Comunidad de Madrid ha decidido prohibir la gran mayoría de pruebas deportivas en el medio natural, incluyendo carreras por montaña, bicicleta de montaña, carreras de orientación, remo, triatlón o piragüismo.
Se van a cumplir tres años desde que publicaba un artículo en este blog en defensa del medio natural recorrido por el creciente número de competiciones que se estaban celebrando en nuestro territorio, algunas con fines ya claramente económicos.
Han pasado tres años… Hoy, con tres años ya de distancia queremos posicionarnos lo mas rápido y lo mas claro posible en que la solución hay que buscarla en el estudio y en la convivencia y no en las posturas unilaterales sin justificación objetiva y sin criterios transparentes.
Sirva de ejemplo la gestión de las competiciones deportivas que se está llevando a cabo desde el Parque Nacional de Guadarrama. Poco a poco y no sin esfuerzo, estas pruebas están siendo reguladas de forma apropiada. Sería de agradecer que los gestores del medio natural de la Comunidad de Madrid tomaran ejemplo de sus compañeros de oficina.
La bicicleta tiene en la sierra de Guadarrama y alrededores un espacio idóneo para su desarrollo. A partir de los años 60 empezó a popularizarse permitiendo descubrir a los madrileños muchos de los rincones más ocultos de la sierra.
Unas décadas después es innegable que la práctica de los deportes de montaña y las actividades al aire libre están en auge en nuestra sociedad. Así, la bicicleta ha pasado de ser una actividad minoritaria sin un impacto reseñable, a ser una actividad en creciente expansión.
En el caso concreto de la Sierra de Guadarrama esta cuestión se acentúa, al tratarse de un parque periurbano donde los problemas ambientales derivados de la masificación van en aumento, especialmente en zonas como los valles de Abantos, las Dehesas-Fuenfría, y Navalmedio y en proceso de expandirse a la Pedriza y Alto Manzanares, Hueco de San Blas y laderas de la Najarra.
Las afecciones al entorno derivadas de la bicicleta dependen principalmente de cinco factores clave: tipo y pendiente de la vía elegida, condiciones del terreno, comportamiento del ciclista y tipo de conducción. Así, el tránsito en bicicleta por pistas de gran anchura genera un mínimo impacto, mientras que en el extremo opuesto, el descenso por senderos estrechos, a gran velocidad y en grupo podría considerarse una práctica altamente impactante.
Hace unos días publicaba en manuelmedioambiente, una reflexión en la que consideraba que debido al auge de las carreras de montaña era previsible que el conflicto entre uso y protección de la naturaleza fuera en aumento teniendo en cuenta que cada vez existen más corredores y eventos en la montaña. En este sentido, planteaba la necesidad de promover la evaluación ambiental de carreras de montaña de mayor envergadura a partir de informes justificados.
Carreras de Montaña e Impacto Ambiental
Como caso de estudio analizaba tres de las pruebas que conforman el “Gran Trail del Aneto-Posets”, cuyos recorridos transcurren por cinco espacios naturales y zonas de protección, planteando la necesidad de conocer la capacidad de carga del territorio antes de establecer el cupo de participantes. Concluía el artículo indicando que se hacía complicado entender cómo las autoridades ambientales habían autorizado un límite indefinido de participantes en la edición 2014 de la maratón.